El minimalismo es el arte de la simplicidad. Es por ello que este concepto también es aplicado a otras disciplinas, como la pintura e incluso la decoración. En el caso de la fotografía minimalista, por lo general un solo elemento lleva el peso de la foto, y aparece combinado - o más bien contrastado - con el fondo de tal manera que resalte y a la vez genere una escena visualmente armoniosa.
Cabe destacar que en el intento de capturar la atención de nuestro ojo, la fotografía a veces hace uso de recursos opuestos al minimalismo, por lo cual esta corriente puede constituir una bocanada de aire fresco. Se trata de un estilo que no teme dejar un gran espacio libre dentro del marco, o centrarse únicamente en el color dejando fuera toda otra distracción - un verdadero descanso para nuestros ojos de espectadores.
En lo que respecta a nuestro “ojo clínico” de fotógrafos, el minimalismo puede abrir una veta a la creatividad, siendo un estilo ideal para contar historias con pequeñas cosas, o poner en práctica un recurso a la vez . A continuación, tres claves que te ayudarán a obtener buenos resultados:
Buen uso del color. Su papel es fundamental. Utilízalo de manera que resalte el objeto elegido y “llene” el encuadre, de manera que a la foto no le haga falta nada más.
Buen uso del enfoque y la luz. No es necesario enfocar e iluminar el objeto completo; podemos centrarnos en las partes que consideramos más importantes, bajando un poco la nitidez o la iluminación de aquellas zonas que consideramos accesorias.
Concepto sencillo. Al menos para comenzar. No se trata de fotografiar un objeto al azar, rodearlo con un color bonito y no incluir más elementos. Se busca que la toma tenga un sentido o un por qué; debe resultar atrayente. Aprovecha para mostrar lo que en otros estilos se pierde.
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